El objetivo es brindar un mes de jornadas gratuitas de deportes y actividades culturales a chicos de 12 instituciones barriales de Lanús, Lomas de Zamora, Almirante Brown y Esteban Echeverría.
Los chicos además reciben refuerzo de almuerzo y merienda. Y profesionales controlan su salud. Se realizará hasta el 30 de enero. Los más grandes hacen un taller inicial de oficios. Allí, entre los chicos que aprenden “Armado y desarmado de PC” y los del taller de “Carpintería” están construyendo rockolas musicales que quedarán en cada una de las instituciones que participan del programa.
Nuevamente este verano, la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) brinda un mes de jornadas gratuitas de deportes y actividades culturales a chicos que asisten a comedores escolares y comunitarios de Lanús, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora y Almirante Brown. Este año el Programa “Los derechos de los niños no se toman vacaciones” comenzó el martes 6 de enero y culminará el 30 del mismo mes.
Es importante destacar que el Programa se inició en 2000, apenas tres años después de la creación de la Universidad Nacional de Lanús, y que desde entonces se viene realizando todos los veranos en forma ininterrumpida, y es llevado adelante por la Dirección de Deportes y Recreación de la UNLa, dependiente de Secretaría de Cooperación y Servicio Público de la Universidad.
En esta decimoquinta temporada consecutiva, su objetivo primordial es, como en todas las oportunidades anteriores, posibilitar el acceso de chicos de hogares de escasos recursos a actividades culturales, deportivas y recreativas gratuitas, en el marco de la difusión de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. La idea base es que, además de pasar un día de recreación al aire libre, los chicos conozcan sus derechos y tengan un primer acercamiento a la universidad pública.
Como sucede todos los años, durante el programa las más de 30 hectáreas de la UNLa recibirán diariamente a 500 chicos provenientes de comedores comunitarios de la zona, de 5 a 12 años, de lunes a viernes, en el horario de 13.30 a 17.30. En el campus practican deportes, hacen actividades culturales y reciben un refuerzo de almuerzo y una merienda. Además de los talleres recreativos, los chicos ven espectáculos artísticos.
El 30 de enero, como cierre, presenciarán un espectáculo de los Reyes Magos y se llevarán regalos a sus casas, donados por la Asociación de Trabajadores de la UNLa (ATUNLa), el gremio docente de la Universidad (ADUNLa), el aporte de trabajadores de la UNLa y particulares.
Este año los chicos asisten a talleres de ajedrez, teatro, juegos, informática, artesanías, danza, artes plásticas y percusión (talleres armados de acuerdo a las edades e intereses propios de cada chico). Los profesores de educación física les enseñaron iniciación de práctica deportiva, donde aprendieron nociones de fútbol, básquet, softball, hánbol y vóley.
“Los elegimos porque, por lo general, varios de ellos son deportes a los que estos chicos no tienen acceso. Queremos que conozcan cosas que tienen limitadas por su estado económico y social” explica Julián Loiseau, uno de los coordinadores del programa y también del área de Deportes de la Universidad.
Como novedad, este verano se creo un taller de armado y desarmado de PC. En este taller junto a los chicos que asisten tallado manual y artesanal de madera, se están armando rockolas musicales que quedarán en cada una de las instituciones barriales.
Los chicos más grandes, además, pueden asistir a un taller de fotografía y a otros dos talleres de iniciación en oficios: mecánica general y utilización de máquinas industriales de carpintería. También se ofrecen actividades para los referentes institucionales de los chicos asistentes: talleres de arte y bijouterie y manualidades.
También hay actividades extra algunos días, tales como cine y vida en la naturaleza, un taller donde se enseñan actividades pre campamentiles pero con un foco sobre la concientización sobre el buen uso, el cuidado y la preservación de los recursos de la naturaleza.
El transporte y la movilidad también están, como todos los años, asegurados: la UNLa, con profesores de educación física, pasa buscar con micros a los chicos por las sedes de las instituciones barriales.
Asimismo se realizarán controles a los chicos, a cargo de enfermeras y próximamente también por parte de dos pediatras de Proyecto Tatú. Se hacen chequeos de peso, altura, signos vitales y temperatura, entre otros controles.
Las actividades se llevan a cabo de manera conjunta con los referentes de las organizaciones comunitarias que operan de enlace natural entre las familias y la institución universitaria. Desde la universidad participan además del equipo coordinador y los talleristas, estudiantes, becarios, docentes y no docentes.
“Este programa se fundamenta en el compromiso de la Universidad de Lanús de generar estrategias de vinculación con la comunidad, a fin de favorecer la inclusión social de sectores desfavorecidos, no solamente en términos económicos sino sociales y simbólicos que operan en la naturalización de ciertas representaciones. Esto implica concebir la pobreza como un fenómeno múltiple y complejo imposible de abordar exclusivamente en términos de recursos materiales”, dicen al respecto los coordinadores del programa de verano
Desde el inicio del Programa pasaron por él unos 23 mil chicos del distrito y de zonas aledañas. Además de la recreación, uno de los principales objetivos es que los chicos perciban a la casa de altos estudios como algo cercano, un sitio que resulte ser el disparador de sus aspiraciones.
Aunque por ahora la ven como “la escuela grandota, para gente grande”, los organizadores esperan que esta perspectiva se vincule con que todavía son niños. Aun así, “esto habla de que ya adquirieron la idea de que hay algo más. Ya saben lo que es la universidad”.
El Programa no es solo una cuestión de entretenimiento, sino también de formación. “Es notable el cambio de esos chicos a quienes vemos en sucesivos veranos, y con quienes hemos logrado ir consolidando un vínculo a través del tiempo –dicen al respecto los organizadores del Programa de Verano; saben que acá hay gente que los conoce, que los quiere, que los va a acompañar.
“Aspiramos también a que más tarde esos chicos se integren como monitores y auxiliares del programa de verano y del programa permanente. Y los vamos a ‘martirizar’ hasta que alguno decida ingresar a la Universidad; pero si no lo hacen, igualmente entendemos que hemos podido ofrecerles una experiencia cristalizadora de otro destino, ampliando sus márgenes de libertad”, concluyen.