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Diciembre es el mes del estrés, la reflexión y la resolución. Cuando llega fin de año, todos queremos resolver rápido lo que no se pudo resolver en 365 días. Es como si tuviéramos una cuenta regresiva para cerrar el ciclo y empezar de nuevo.
En este mes, se plantean las metas no cumplidas, la dieta que no se empezó, la alimentación que no se cambió, las consultas médicas que no se hicieron, entre otros frentes. Todo parece urgente y necesario para cerrar el año con una sensación de logro y satisfacción.
Pero, ¿por qué nos sentimos así? ¿Por qué nos frustra tanto no haber logrado lo que queríamos en el año? La respuesta es simple: es la programación que tenemos en nuestra mente. La creencia de que a fin de año tenemos que cerrar un ciclo. Empezar de nuevo nos hace sentir que no hemos logrado lo suficiente.
No es solo eso. La llegada de la Navidad y el Año Nuevo también nos enfrenta a otra realidad: la de que no todos podemos estar con nuestros seres queridos. Algunos ya no están con nosotros, otros viven en otro lugar y a otros simplemente no los queremos ver. Esto puede generar un sentimiento de soledad y tristeza.
Además, la presión de tener que pasar las fiestas con familiares que no siempre nos caen bien puede ser abrumadora. Las discusiones y peleas son comunes en estas fechas. Así, en lugar de disfrutar de la compañía de nuestros seres queridos, terminamos pasando las fiestas con estrés y malestar.
¿Y si cambiamos nuestra perspectiva? ¿Y si, en lugar de enfocarnos en lo que no logramos, nos enfocamos en lo que sí logramos? ¿Y si en lugar de sentirnos frustrados, nos sentimos orgullosos de lo vivido?»
No dejemos que la presión y el estrés nos abrumen. Diciembre llega para eso: para mostrarnos que tenemos que reflexionar sobre lo que realmente deseamos y necesitamos. En lugar de creer que debemos estar cansados y exhaustos, disfrutemos de este tiempo sin pagar un precio emocional.
Por Elisabeth De Simone y Dra. Lorena Aquino
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