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Cayó el segundo jefe de una banda narco por un asesinato en Monte Grande

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El segundo jefe de una poderosa banda narco que operaba en Monte Grande fue detenido, junto a otros 5 integrantes del grupo, acusado de asesinar a un hombre 32 años que se habría quedado con dinero de la venta de estupefacientes.

Lo llamativo del caso es que el asesinato habría sido ordenado desde la cárcel de Ezeiza por el jefe de la banda, un hombre de nacionalidad de paraguaya apodado “Comandante Cano”. Este sujeto está apresado por un doble crimen ocurrido en mayo también en Monte Grande, recordaron fuentes policiales a DiarioConurbano.com.ar.

Abelino Torales Cabrera, mano derecha de un capo narco que hizo base en Esteban Echeverría, fue detenido en las últimas horas por la DDI de Lomas de Zamora de la Policía Bonaerense. Lo atraparon en una casa que funcionaba como centro de acopio y venta y lo acusan de haber participado en la ejecución de Martín Cubilla Vallejos, un hombre con antecedentes por encubrimiento, robo y portación ilegal de arma que fue hallado muerto, este 2 de septiembre, con nueve tiros en diferentes partes del cuerpo.

Torales Cabrera sería, de acuerdo a las fuentes del caso investigado por el fiscal Fernando Semisa, el número dos en la organización liderada por Víctor Manuel Benítez, alias “El Comandante”, quien también se hace llamar Jorge Cano, su nombre de guerra, un peligroso narco paraguayo que poseía, al momento de ser detenido, pedido de captura internacional y notificación roja de Interpol por los delitos de tráfico de drogas y homicidio en su país.

“El Comandante Cano” fue arrestado por la Bonaerense, el 23 de julio pasado, por otros asesinatos: el doble crimen de Juan Peralta y Esthefany Casimiro Ventocilla, una pareja que fue hallada muerta en un baldío de Monte Grande, en mayo pasado. Creen que el narco ordenó las tres ejecuciones, la última, desde prisión.

LOS BARRIOS QUE CONTROLABAN

Los detectives señalaron que, tras la detención del cabecilla, Torales Cabrera tenía el control de los barrios La Laguna -también denominado “El Pantano”- y Zaizar, donde fueron encontrados los cuerpos de la pareja. Al mismo tiempo, establecieron que, a raíz de una deuda por droga, Benítez ordenó el asesinato de Cubilla Vallejos, quien, al igual que Peralta, formaba parte de la estructura.

Tras 14 allanamientos que incluyeron un helicóptero de la División Aérea con cámaras infrarrojas a causa de la complejidad de la zona en la que se realizó el procedimiento, los agentes arrestaron al segundo en la línea jerárquica junto a Alfirio Molinas Méndez y Amarilla Fereira, presuntos cómplices.

La redada incluyó requisas en penales como la Unidad Carcelaria 1 de Ezeiza y la 40 de Lomas de Zamora. Se registraron las celdas de los ideólogos del crimen de Cubillas Vallejos: El Comandante” y a otro ladero identificado como Jiménez.

Al mismo tiempo, la Bonaerense secuestró municiones, una escopeta, un revólver y una pistola en el lugar que funcionaba como búnker. Además, incautaron pasta base, cocaína, marihuana, celulares y una balanza digital.

De acuerdo al expediente, “El Comandante” Benítez manejaría una clásica estructura narco con bolseros y soldados desplegados en canchitas de fútbol. El supuesto líder se movía entre las sombras. Si bien no tenía empleos en blanco, se dedicaba a la construcción, pero tanto en ese ambiente como en el criminal ocultaba su verdadera identidad utilizando su nombre ficticio, Jorge Cano.

Las víctimas trabajaban para Benítez. En el caso de Peralta, realizaba viajes a Buenos Aires, conseguía droga y luego los distribuía en los puntos de venta que administraba Benítez. El ciudadano paraguayo se movía en un Volkswagen Suran que está a nombre del capo, quien le pedía que evitara las autopistas, las cámaras viales y los controles policiales. Pero la víctima pocas veces le hacía caso. Por otra parte, ocasionalmente se quedaba con parte de la droga para revenderla a su propia clientela y también para consumo propio.

Esas situaciones quedaron certificadas en mensajes de voz que se hallaron en los teléfonos de los imputados y Peralta. “En los audios, en guaraní, Benítez le recriminaba a Peralta que estaba poniendo en peligro toda su estructura operacional, al conducir por lugares controlados por cámaras, peajes o presencia policial cuando transportaba los estupefacientes. La relación empeoró cuando descubrió que Peralta le robaba parte de las drogas para beneficio propio”, aseguraron investigadores

Días después de ese reproche, la pareja fue hallada muerta en el descampado. Respecto de la mujer, se cree que se encontraba presente cuando mataron a Peralta y que también la asesinaron para que no fuera un cabo suelto. Tanto el hombre como la ciudadana peruana habían sido arrestados en septiembre del año pasado por robar de cables. Él, además, tenía antecedentes por amenazas, usurpación y tenencia ilegal de arma de fuego. Eran vecinos de Benítez.

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