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Opinión: Música vs. Mordaza: El Gobierno de Milei censuró a Milo J

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Por Diego Molinas (*) El gobierno de Javier Milei decidió prohibir el recital de Milo J en la ex ESMA, un espacio emblemático de la memoria colectiva en Argentina. La excusa oficial: «no es un lugar adecuado» para un show musical. Pero detrás de esa justificación burocrática, hay algo más profundo: una política que busca silenciar las expresiones culturales y borrar la memoria histórica.

¿Por qué censurar un recital?
Milo J es uno de los artistas jóvenes más influyentes del país, con un público masivo que se identifica con su música. No es un músico militante ni un símbolo de la política tradicional, pero justamente ahí está el problema para el gobierno de Milei. Su llegada a la juventud lo convierte en un canal de expresión y, en tiempos de ajuste y represión, eso molesta.

El argumento de que la ex ESMA «no es el lugar adecuado» es inconsistente. En otros momentos, el sitio ha albergado eventos culturales sin problemas. Además, ¿desde cuándo el arte y la memoria son incompatibles? Si algo nos enseñó la historia es que la música, el cine y la literatura han sido herramientas clave para visibilizar las luchas sociales y recordar lo que el poder quiere enterrar.

Negacionismo y represión: el combo mileísta
Desde que asumió, Milei ha mostrado una postura ambigua —cuando no abiertamente hostil— hacia las políticas de derechos humanos. Su gobierno ha recortado el presupuesto de los organismos de memoria, ha relativizado los crímenes de la dictadura y ha intentado instalar un discurso negacionista.

La censura a Milo J encaja perfectamente en esta estrategia. No solo buscan debilitar los espacios de memoria, sino también impedir que nuevas generaciones se vinculen con ellos a través de la cultura. Porque para Milei y su círculo, la juventud tiene que estar despolitizada, alienada y consumiendo pasivamente, no expresándose ni reflexionando sobre su historia.

¿Prohibido pensar, prohibido cantar?
Este no es el primer intento del gobierno de restringir la libertad de expresión. Recientemente, hubo denuncias de censura a periodistas, recortes en el INCAA y un intento de imponer una visión única de la historia. Ahora, le toca a la música.

Pero si algo ha demostrado la juventud argentina es que no se calla fácilmente. En cada marcha, en cada festival, en cada batalla de freestyle, en cada streaming, los jóvenes siguen encontrando formas de expresarse. Intentar prohibirlos solo hace que el mensaje suene más fuerte.

La música no se calla. La memoria no se borra.

 

(*) Militante social

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