Una mujer que en 2012 mató a su marido en su casa de Avellaneda, luego de que éste amenazara con asesinarla y la sometiera a maltrato durante siete años, fue absuelta este martes por el Tribunal Oral en lo Criminal 6 de Lomas de Zamora, informaron fuentes judiciales.
El fallo benefició a Nora Amaya (33), quien fue juzgada por el "homicidio calificado" de Claudio Velázquez (37), y por el voto mayoritario de los jueces Gabriel Vandemberg y María Laura Altamiranda recibió la absolución, en tanto que el magistrado Claudio Fernández votó en disidencia.
La semana próxima los jueces darán a conocer los fundamentos y se conocerá si el hecho fue encuadrado como legítima defensa o como una inimputabilidad momentánea, en el marco de un trastorno mental transitorio.
“Es una decisión importante que muestra que hay una luz de esperanza, un pequeño cambio de la Justicia en los temas de género”, opinó la abogada de defensora de Nora Amaya, Patricia Sanmamed.
En diálogo con DiarioConurbano.com, la letrada consideró que “si la calificación es de legítima defensa implicará un reconocimiento claro que Nora Amaya, tal como planteamos, era víctima de una situación de amenaza de muerte y golpes permanentes”.
Los fundamentos de la decisión del Tribunal Oral 6 de Lomas de Zamora se conocerán la semana próxima.
Amaya, que cumplía prisión domiciliaria por el crimen, fue excarcelada por orden del TOC 6 y recibió llorando el veredicto mientras era acompañada por sus familiares e integrantes de la entidad Mujeres de la Matria Latinoamericana (MUMALA).
Desde esa asociación feminista, le ofrecieron asistencia psicológica para ella y su hijo de 15 años, quien fue testigo de todos los años que sufrió violencia de género.
Además, colaboraron para que durante el tiempo en que estuvo presa en su casa, Nora pudiera trabajar vendiendo cosméticos y cuidando a un bebé.
El fallo fue celebrado no sólo por la absolución sino porque el fiscal del juicio, Santiago Vadillo, había solicitado 15 años de prisión para Amaya al considerar que se trató de un "homicidio calificado con circunstancias extraordinarias de atenuación" porque la pareja mantenía una relación "violenta".
Por su parte, Sanmamed había reclamado a los jueces que absolvieran a su clienta por entender que actuó en "legítima defensa", ya que estaba bajo una situación de "violencia extrema".
Además, les pidió que valoraran el principal peritaje psiquiátrico que se le hizo a Amaya, el cual determinó que al momento del crimen tuvo un "trastorno mental transitorio" que le impidió comprender la criminalidad del hecho.
Finalmente, dos de los jueces votaron por la absolución: son los mismos que el 3 de este mes también exculparon a Beatriz López (36), quien había matado de un tiro en la cabeza a su pareja policía porque la golpeaba y la violaba.
El hecho que se ventiló en el juicio ocurrió el 30 de diciembre de 2012 por la mañana en la casa que la mujer compartía con Velázquez y sus tres hijos en la localidad de Villa Corina, partido de Avellaneda.
Cerca de las 7.30, Nora regresó de su trabajo como mucama en una clínica, no durmió, comenzó a limpiar la casa y empezó a ser agredida por su marido, quien se encontraba ebrio.
Luego, según declaró, Amaya fue a buscar a su hijo a lo de los abuelos, porque el niño estaba enyesado, y al regresar encontró la casa toda sucia, ya que Velázquez cada vez que comía tiraba todo al piso.
"¿Fuiste a ver a tu macho?", aseguró la mujer que le gritó su pareja, ya que siempre la acusaba de ser infiel, y comenzó a amenazar con matarla delante de su hijo.
Entonces, ella tomó un cuchillo que estaba en la cocina y se lo clavó a la altura del abdomen, por lo que el hombre murió a poco de ingresar al hospital.
Amaya estuvo casi un año presa por el crimen hasta que logró la prisión domiciliaria para poder cuidar a sus tres hijos.
Durante el juicio, los vecinos y el hijo de 15 años de Nora declararon que el hombre la sometía a maltratos desde hacía muchos años y que siempre le gritaba y le pegaba.
"Yo sufría con ella", afirmó una vecina que vive en la casa lindera y que todas las noches escuchaba los gritos de la mujer y el llanto de los chicos.