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Estuvo prófugo 20 años, ahora dijo que es inocente y que lo amenazaron tras la Masacre de Wilde

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Marcos Ariel Rodríguez, quien estuvo 20 años prófugo, acusado de participar de la Masacre de Wilde, rompió este jueves el silencio en el juicio oral y público que se les sigue a 7 ex policías por ese caso en el que fueron acribilladas 4 personas en 1994. Aseguró que no participó del hecho, que sufrió amenazas que lo obligaron a irse a Córdoba, y que nunca supo que lo buscaban”.

De campera blanca y con dificultades para caminar, Rodríguez pidió hablar en el inicio de la cuarta jornada del juicio oral. “Quiero hablar porque veo que un árbol les está tapando bosque”, les dijo el ex policía a los jueces del TOC 3 de Lomas de Zamora que llevan adelante el debate.

“El 10 de enero de 1994 fui a La Plata a ver si ya podía reincorporarme porque estaba en disponibilidad desde setiembre de 1993. El jefe de Asuntos Internos me dijo que tenía esperar, entonces regresé a la Brigada de Investigaciones, le conté eso a (José Miguel) Ojeda y me fui a mi casa en Don Torcuato. Nunca me enteré qué pasó ese día en Wilde”, contó Rodríguez ante el tribunal que trataba de comprender un relato que el acusado mezclaba con apreciaciones y anécdotas de su vida.

Casi anticipándose a las preguntas de los fiscales y abogados, aseguró que “nunca” estuvo detenido en la Brigada de Lanús tal como figura en el expediente. “Después de 2014 pude ver el acta que hicieron de que estuve detenido, y no es mi firma. Nunca firmé eso. Me falsificaron la firma y ya lo comprobé con un perito”, dijo el ex policía, en referencia a una perica que aportará su defensa.

Al otro día de la Masacre de Wilde, Rodríguez recibió en su celular Movicom tipo “ladrillo” una amenaza: “Tomate el palo o barremos con toda tu familia”. Entonces decidió “agarrar todo rápido” y llevar a su familia a Córdoba (ver “El prófugo…”).

“No soy cobarde ni mentiroso. Me fui porque tenía miedo de lo que podía ocurrirle a mi familia”, insistió el imputado. Y agregó: “No hice la denuncia de esas amenazas porque estaba viviendo en la mafia. La Policía estaba empachada y cebada”.

El testimonio de Rodríguez era seguido por su esposa y su hija – únicos familiares de los imputados que concurren a las audiencias -, preocupadas por su estado de salud ya que sufre de diabetes y debe colocarse inyecciones y tomar pastillas durante las audiencias.

Tras detallar los destinos donde trabajó, Marcos Rodríguez se refirió a la estructura interna de la Brigada de Lanús. “Ojeda era el jefe pero estaba desdibujado. Ni él ni Juan José Ribelli hablaban con la tropa (sic) sólo con los jefes”, recordó y dijo que trabajó en esa brigada entre junio y setiembre de 1993 hasta su disponibiidad. “Habré ido unas cuatro veces”, minimizó y hasta reconoció que no conocía la totalidad de las instalaciones de la dependencia ubicada en Avellaneda.

En tanto, recordó que en las brigadas el “verdadero poder” lo tenían los jefes de operaciones porque “nada se hacía sin su conocimiento”. En la de la Lanús, ese cargo lo tenía Juan José Ribelli, quien al momento de la Masacre de Wilde se encontraba de vacaciones en Brasil. “Los jefes operativos iban a cada destino con su ´familia´”, explicó Rodríguez, usando la jerga policial. La familia eran los policías de calle de confianza del jefe.

Rodríguez expresó su admiración por Ribelli a quien definió como “un tipo parco”. Y aseguró: “Se destacaba por su idoneidad en los operativos. Si estaba Ribelli, esto (por la Masacre de Wilde) no hubiera pasado”.

Tras asegurar que conocía a los imputados ex policías que estaban en la sala, explicó que los grupos operativos se dedicaban a la investigación e inteligencia, no a prevenir delitos. “Para la prevención se usaban móviles identificables de comisarías”, explicó. Esto hecha por tierra la versión de los imputados que aseguran que cuando intervinieron en el hecho estaban “en prevención de salideras bancarias”.

En cuanto al hecho, Rodríguez dijo que tuvo varias versiones de cuando estaba en la cárcel. “Ahí estuve con otros policías, jueces y fiscales y se sabe todo”, aseveró, mientras tomaba un trago de agua.

“No sé por qué estoy acá ni tampoco sé porque están estos hombres (por los otros ex policías)”, planteó el hombre que estuvo prófugo durante más de 20 años. Y opinó: “Acá las explicaciones las tienen que dar los jefes de ese entonces (en referencia a Ojeda y al subjefe de la Brigada, César Córdoba, quien estuvo imputado en la causa y falleció tiempo atrás)”.

Cuando habló del sufrimiento de su familia por la causa, dijo que también su salud se desmejoró especialmente durante su detención de los últimos ocho años. “No maté a nadie. No sé por qué estoy acá después de casi 30 años. Yo siempre pedía que se hiciera este juicio una vez que me detuvieron”, juró el ex policía de la Bonaerense.

En su defensa, también dijo que nunca había sido “funcional a ningún jefe, ni a todo lo que roce el delito”. Y añadió: “Al igual que la señora de Cicutín, yo también estoy esperando que se haga justicia en este caso”.

 

LLERMANOS Y TELLEDÍN

 

Durante la declaración que se extendió 2 horas y 48 minutos, con un cuarto intermedio en el que Marcos Rodríguez debió aplicarse una inyección, el acusado por la Masacre de Wilde narró su vida en la cárcel tras su detención en La Falda, en 2014, por orden del juez Gabriel Vitale.

“En la cárcel me enteré de qué me acusaban. Los internos me reconocieron porque aparecía mi detención la televisión”, recordó. También denunció que no recibió la asistencia médica necesaria a su problema de diabetes.

Marcos Rodríguez estuvo detenido en el penal federal de Marcos Paz y hace un par de años se le otorgó la prisión domiciliaria justamente por  sus problemas de salud.

“En una oportunidad escuchó con un compañero en la cárcel, también policía, estaba hablando con un tal Juan. Después le pregunté quién era y me contestó: ´Ribelli, quería saber cómo estabas vos´”, contó Rodríguez. Y se negó a dar más detalles sobre esta situación.

Después dijo que durante su detención había tenido como abogado al mediático abogado de Camioneros, Daniel Llermanos. Este había sido en los´ 90 juez penal en Lomas de Zamora y era vox populi su muy buena relación con Ribelli.

Sobre el final de su testimonio, Rodríguez reveló que durante su detención se acercó al penal junto a su entonces abogada defensora particular, Carlos Telleldín, quien estuvo detenido por estar acusado de participar como parte de la conexión con policías de la Bonaerense por el atentado a la AMIA.

“Era un tipo petisito. Se sentó delante de mí y me preguntó: ´¿Cuánto querés para hacerte cargo de todo lo de Wilde?. Mirá que pueden llegar a vivir muy bien tus hijos y tus nietos, eh´. Yo le dije cosas irreproducibles y lo eché”, dijo Rodríguez este jueves frente a los jueces Gabián, Dellaturre y Fernández, del TOC 3 de Lomas.

La esperada declaración estuvo interrumpida solo por preguntas de su defensora oficial María Celeste Vázquez y de los fiscales Jorge Betini y Viviana Simón y de los abogados de las familias de las víctimas, Ciro Annicchiarico y Gustavo Romano Duffau. Los otros imputados y sus abogados permanecieron inmutables frente a la declaración.

La jornada de este miércoles continuó con los testimonios de uno de los peritos  que intervino en el caso y de un vecino de la zona en donde ocurrió la Masacre.


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