Se cumplió este lunes un año de la última detención de su pareja, Daniel Lagostena, el único acusado por el crimen y desaparición de Érica Soriano, ocurrido en agosto de 2010. A casi siete años del hecho, aún no hay fecha probable de juicio, y la familia sigue pidiendo justicia por Érica, que se encontraba embarazada de Lagostena al momento de su desaparición. Hay una fuerte sospecha que la sala III de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora que ya liberó al hombre en dos oportunidades, decida de la misma forma ya que hay un planteo de excarcelación pendiente.
La defensa de Lagostena apeló el rechazo de la excarcelación determinada por el juez de Garantías 8 de Lomas de Zamora, Gabriel Vitale. Ester Soriano, madre de Érica, aseguró a Diarioconurbano.com que debido a este nuevo pedido de excarcelación y posterior pedido de recusación de la sala III de la Cámara de Apelaciones por parte de su abogado, “se nos fue todo este año”, por lo que no tienen la esperanza de contar con un juicio en los próximos meses. “La Cámara tiene que resolver el tema de la prisión preventiva, y recién ahí pedir la elevación a juicio” indicó.
Según relató a este portal, se pidió la recusación de los camaristas lomenses que ya habían dejado en libertad en dos oportunidades a Lagostena en esta causa. Los dos jueces de la sala III que ya intervinieron en el caso rechazaron la recusación pero decidieron excusarse para no afectar la independencia en el proceso. Sorpresivamente, el planteo fue rechazado por otros dos camaristas.
De esta manera, la libertad o la continuidad de la detención de Lagostena depende de los mismos jueces que ya le brindaron la excarcelación dos veces en lo que 7 años que lleva el proceso. “Nosotros estamos confiamos. Tanto el fiscal como nuestro abogado estamos confiamos. Hay más evidencias, y aunque sean los mismos jueces de siempre, las cosas están cambiando” confió Ester al portal. Según su visión, “las cosas se van a hacer a nuestro favor” aseguró la madre de Érica, quien afirmó estar “esperanzada” con los avances de la causa.
En cuanto al cuerpo de Érica, que nunca apareció, Ester afirmó que están “convencidos que no va a haber evidencias” al respecto, al menos que “Lagostena o sus amigos hablen”. A pesar de ello, indicó que han hecho “todo lo humanamente posible” para llevar adelante el caso y pedir justicia por Érica, y que hoy tienen donde “apoyarse” para confirmar la autoría de Lagostena.
Lagostena está preso desde el 1 de mayo de 2016 a pedido del fiscal Loureyro, luego de que surgieran nuevos elementos de prueba a partir del análisis de los llamados telefónicos y de la conducta inusual que mantuvo tras la desaparición de Érica. El hombre fue apresado en la vivienda en la que residía junto a la víctima, situada en Coronel Santiago 1433, de Lanús.
Según consta en el expediente, el 20 de agosto de 2010, Soriano y Lagostena regresaban del ginecólogo y a las 22.13 la mujer recibió el llamado de una amiga y le dijo que estaba yendo con su pareja hacia su casa en auto. Esta llamada fue el último contacto que tuvo la mujer con su entorno social en momentos que se encontraba en compañía de Lagostena.
Cerca de la medianoche, Lagostena comenzó a intercambiar mensajes con su sobrino Brian Poublán (25), hijo de su hermana, con quien hasta entonces no tenía un trato cotidiano ni habitual, determinaron las pesquisas. Alrededor de las 5 del día siguiente, un teléfono celular a nombre de la madre del joven registró llamadas salientes en el centro porteño y la Costanera Norte, en esta Capital Federal, y luego se activó en Lanús, cerca de la casa del joven y su madre.
Una fuente judicial explicó que se cree que esas llamadas se efectuaron en el lapso durante el cual se hizo desaparecer el cuerpo de Soriano. Además, si bien Lagostena dijo que solamente tenía un teléfono celular a nombre suyo, luego se comprobó que tenía cuatro celulares activos.
En la casa que ambos compartían hallaron, en su momento, la chimenea caliente y restos de poliéster que se correspondían con una bombacha, por lo que se presume que el imputado quemó allí la ropa de su pareja, además de una mancha de sangre debajo de una mesita ratona que fue detectada con el reactivo Luminol, pero como había sido lavada sólo se pudo determinar que era de mujer.
Además, los investigadores tomaron como una prueba importante que Lagostena tenía vínculos con propietarios y empleados del rubro funerario que le podrían haber encargado la cremación del cadáver ya que en algunas oportunidades se han quemado cuerpos sin la documentación correspondiente.