Cada vez con mayor frecuencia, pediatras y profesionales de la salud reciben consultas por niños, niñas y adolescentes que presentan problemas relacionados con el uso inapropiado de la tecnología. Según la Asociación Argentina de Pediatría (AAP), estos comportamientos pueden derivar en cuadros complejos como la ludopatía digital, y se manifiestan con síntomas que abarcan desde la falta de atención hasta alteraciones del ánimo, el sueño y la conducta.
De acuerdo con la AAP, el uso inadecuado de dispositivos tecnológicos puede generar manifestaciones como bajo rendimiento académico, alteraciones en la memoria, ansiedad, aislamiento social, síntomas depresivos y comportamientos problemáticos. En contextos socioafectivos desfavorables, combinados con factores genéticos y ambientales, el riesgo de desarrollar consumos problemáticos aumenta notablemente.
Durante la adolescencia, etapa caracterizada por múltiples cambios emocionales y biológicos, existe una especial vulnerabilidad. El desequilibrio entre un sistema de recompensa más sensible y un control de impulsos aún inmaduro, favorece la aparición de conductas de riesgo, entre ellas el uso compulsivo de redes sociales, videojuegos y plataformas de apuestas en línea.
Estas actividades desencadenan la liberación de dopamina en el cerebro, neurotransmisor vinculado al placer y la gratificación instantánea, lo que favorece la repetición compulsiva de estas conductas.
La Organización Mundial de la Salud reconoció en 2022, a través del CIE 11, la adicción a los videojuegos como un trastorno, utilizando el término “uso problemático” para internet y redes sociales. Por su parte, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) incluye a los «Trastornos por juegos de Internet» como una condición que requiere mayor investigación.
La AAP establece tres niveles de uso:
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Uso: ocasional y sin consecuencias negativas.
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Abuso: consumo desadaptativo, con afectación en lo social, familiar y académico, pero sin llegar a la dependencia.
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Dependencia: trastorno progresivo con pérdida de control, tolerancia, síntomas de abstinencia, y priorización del juego sobre otras actividades.
La ludopatía digital o dependencia digital se define como el impulso incontrolable por participar en juegos de azar o apuestas en línea, pese a las consecuencias negativas. Esta conducta afecta múltiples áreas de la vida del adolescente: personal, familiar, escolar y social.
Durante la pandemia, el fenómeno se intensificó en Argentina y sigue en ascenso. Entre los factores que favorecen este crecimiento se encuentran la publicidad masiva en medios, la promoción en redes por parte de celebridades e influencers, y el patrocinio de eventos deportivos. Las plataformas de apuestas son fácilmente accesibles a través de dispositivos móviles, billeteras virtuales, bonificaciones y recompensas.
Si bien en Argentina las apuestas en línea son legales a partir de los 18 años, adolescentes logran acceder falseando sus datos o utilizando documentación de adultos. Actualmente, no existe una ley nacional que regule de manera específica esta actividad ni sistemas de verificación efectivos en las plataformas.
Según la Asociación Argentina de Pediatría, algunos signos de alerta en adolescentes que podrían estar desarrollando ludopatía digital incluyen:
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Irritabilidad o ansiedad ante la imposibilidad de jugar.
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Cambios de humor frecuentes, incluyendo agresividad.
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Mentiras sobre el tiempo y el dinero destinados al juego.
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Imposibilidad de controlar el impulso de jugar.
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Uso del juego como vía de escape.
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Ocultamiento del comportamiento.
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Bajo rendimiento escolar y desinterés académico.
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Pérdida de interés en otras actividades y vínculos sociales.
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Actitudes como pedir dinero para apostar o cometer hurtos.
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Alteraciones del sueño y del apetito.
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Síntomas físicos como cefaleas o cansancio.
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Distorsiones del pensamiento (negación, exceso de confianza, superstición).
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Interés inusual en resultados deportivos.
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Movimientos inexplicables de dinero en billeteras virtuales.
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Conductas desobedientes o desafiantes ante límites.
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Minimización del problema o justificación del comportamiento.
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Síntomas asociados como depresión, ideación suicida, aislamiento y problemas financieros.
La AAP advierte que la detección temprana y la intervención de profesionales de la salud, junto con el acompañamiento familiar y escolar, son fundamentales para prevenir consecuencias más graves.
Para más información, se recomienda consultar con pediatras o profesionales especializados en salud mental infantojuvenil.