El cuerpo de Miguel Oscar Di Gioia fue descubierto en su casa de la calle Centenario Uruguayo, en Villa Dominico, partido de Avellaneda, a principios de marzo pasado. Su vivienda estaba visiblemente revuelta. La mujer que realizaba la limpieza en el lugar una vez por semana declaró ante los policías que llegaron a la escena del crimen que el desorden no la sorprendía, que Miguel, básicamente, era así, desordenado.
El cadáver estaba descompuesto. Al inspeccionarlo, los forenses de la Policía Científica determinaron que Carlos había muerto hacía días, en medio del calor.
El olor había atraído a los vecinos de la cuadra, que llamaron al 911. También, notaron que el cuerpo del hombre que se dedicaba al negocio de la pesca estaba desnudo junto a su cama, maniatado con una corbata. No era un simple robo, razonaron los policías. Para empezar, los accesos a la casa no habían sido violentados.
Esta semana, finalmente, una sospechosa fue detenida por el crimen. Iara Grisel L., de 20 años, fue arrestada por detectives de elite de la División Homicidios de la Policía Federal.
Fue hallada en un departamento de un monoblock del Bajo Flores, a pocas cuadras del cementerio, tras una investigación de la DDI de Avellaneda de la Policía Bonaerense, que logró la identidad de la acusada a través de un seguimiento de cámaras y la toma de testimonios, con un expediente a cargo de la UFI N°4 de Avellaneda.
Cuando la PFA derribó su puerta, vestía apenas su ropa interior y una camiseta de River Plate. El celular de la acusada fue secuestrado en el allanamiento y podrá ser peritado en busca de nuevas pruebas.
Así, será trasladada a una celda bonaerense, a la espera de su indagatoria. La joven no parece una reincidente, al menos en territorio porteño: su nombre no figura en condenas de primera o segunda instancia del fuero de instrucción de CABA.