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Emilce Moler, sobreviviente de la Noche de los Lápices: “nuestro legado ha perdurado”

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Emilce Moler reclamaba el boleto estudiantil junto a otros compañeros. El 17 de septiembre de 1976, fue secuestrada en La Plata, en la denominada “Noche de los lápices”. Sobrevivió para contarlo y su militancia continúa vigente


 

 

 

 

 

Por Mabel Cáceres

Emilce Moler fue secuestrada en la madrugada del 17 de septiembre de 1976. Tenía 16 años, cursaba 5° año en el Bachillerato de Bellas Artes, y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), agrupación estudiantil con tendencia peronista. Es una de los cuatro sobrevivientes de aquella trágica primavera de 1976.

Hoy es esposa, madre, profesora de Matemática. 39 años después, reivindica su militancia y afirma: “éramos consientes de que nos podían detener, que nos podían matar, pero una cosa es la conciencia y otra cosa cuando se está viviendo en carne propia tanta  injusticia”.

En la Semana de la Memoria, Emilce Moler – actualmente  subsecretaria de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social – dialogó con DiarioConurbano.com. 

¿Cómo vive los actos de estos días  a 39 años del golpe cívico-militar?

– Emocionada después del acto del 24 en la Plaza porque fue una plaza multitudinaria, en donde hoy se ven los hijos de los hijos que llevan la bandera, nietos, bisnietos. Todo esto muestra que nuestro legado ha perdurado. Por otro lado, me parece muy importante la apropiación de la política. Muchas veces se dice que no hay que mezclar lo del 24 de marzo con lo político, pero hay que decir que sí. Volver a tener la política en los actos del 24 de marzo da la garantía de que se está entendiendo qué fue lo que pasó. Entonces desde ahí hay que darle el contenido político y económico necesario.

¿Participaste  de muchas actividades este mes?

-Siempre me pasa que en esta fecha me dicen: “cuántas actividades”. Y realmente yo prefiero eso que el silencio que hubo durante tantos años. Es tan feo sentir el silencio, o cuando la sociedad da vuelta la cara. En aquellos años, a pesar de que uno estaba convencido de que estaba en lo correcto, no teníamos mucha gente que nos acompañara, y eso te marca. Y entonces ahora que hay muchos actos, muchos acompañamientos, muchos reconocimientos. Esto es absolutamente reparador.

¿Cómo contás lo que viviste en 1976?

-Creo que hoy ya no se necesitan tantos testigos directos que te cuenten qué pasó porque ya hicimos mucho para que muchas voces se puedan contar. Pero nuestro testimonio siempre hay que marcarlo o ponerlo por si algún distraído quiere negar la historia o quiere relativizar los hechos, entonces hay que decirles “esto pasó o esto me pasó”. Pero a lo largo de estos años, los sobrevivientes, los ex detenidos, contamos desde el adentro, desde el horror, y ahora es importante que se le pueda dar la dimensión política porque lo que pasó en el ’76 fue una disputa de país por cuestiones económicas y políticas. Creo que en estos años estamos viviendo lo mismo, menos sangriento, menos fuerte, con una democracia mucho mas arreglada, pero con una disputa de país al fin.

¿Eras consciente del peligro que corrías por tu militancia?

-Éramos consientes todo lo que uno puede ser consiente a esa edad, y sin haber vivido el golpe tan feroz que llegó. Quizás lo asimilábamos más a otros golpes que vivió nuestro país porque nosotros no conocíamos la democracia; siempre estuvimos de golpe en golpe. Y pensamos que quizás si hubo algún error, éste era otro golpe más, peor no.  Este fue el golpe más atroz que hubo. Así que éramos consientes de que nos podían detener, que nos podían matar, pero una cosa es la conciencia, y otra cuando se está viviendo carne propia, y sufrir las atrocidades en todas sus dimensiones. Creo que nunca nadie está preparado para eso.  

¿Cómo continúo tu vida después de recuperar tu libertad?

-Fue difícil continuar con mi vida, porque seguíamos viviendo en dictadura. Seguí con libertad vigilada un año más y no podía hablar, no podía decir nada, por eso valoro tantos estos años que uno está viviendo. Cuando empezó a resquebrajarse un poco la dictadura en Malvinas, ahí empezamos a hablar, a participar, y fui acompañando los procesos democráticos en los lugares que podía. Después formé una familia y me refugie mucho en el estudio. El estudio para mí fue una tabla de salvación. Estudié mucho y me recibí de  docente. Eso me permitió estar siempre vinculada con jóvenes para transmitirles la historia, la vida.

Tu adolescencia fue interrumpida por la detención.  ¿Cómo ves a los jóvenes que hoy viven una realidad muy distinta a la tuya?

Cuando observo la vida que llevan hoy los jóvenes, me parece muy interesante porque yo no tuve esa juventud, de adolescente ya fui presa. Luego me tocó ser una luchadora de los derechos humanos y presentarme en los juicios. La primera vez que testimonie en un juicio tenía 26 años y nadie dijo un joven testimonió. En ese momento ya era alguien que era parte de la historia, y una adulta con todo lo que había vivido. La verdad que está muy bien que estén los jóvenes con sus alegrías, eso es lo correcto. Lo anormal fue lo nuestro. 

¿Crees que en estos años se avanzó en materia de derechos humanos? ¿Estás conforme?

Estoy muy satisfecha y agradecida a este Gobierno que nos devolvió la dignidad en el campo de derechos humanos, con la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, con los juicios y castigos a los represores.  Y por volver a abrazar la política y  hablar no sólo de los desaparecidos, de los centros clandestinos, sino de la militancia y de lo que era eso. Seguramente tenemos cosas para seguir haciendo porque hay violencia institucional y tenemos que seguir trabajando. Pero estamos en un camino correcto.   


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