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Calles desiertas, colectivos vacíos y fuertes controles en accesos en inicio de aislamiento estricto

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Calles desiertas, colectivos semivacíos, comercios sin gente y pocos pasajeros en las cabeceras de trenes y subtes metropolitanos, todo bajo una lluvia persistente, fueron las postales del primer día de aislamiento estricto dispuesto por el Gobierno Nacional para contener el incremento de casos de coronavirus en las zonas con mayor riesgo epidemiológico como el AMBA, donde hubo fuertes controles en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires.
 
Los primeros negocios en abrir sus puertas fueron las farmacias, panaderías y supermercados, todos bajo la categoría de esenciales, pero había pocos clientes dentro, y en las calles circulaba un puñado de personas que lo hacían solas o con sus mascotas, observó Télam en una recorrida por barrios porteños.
 
«A las 7 de la mañana abrí el puesto y sólo vendí un par de panchos», contó a esta agencia Daniel Salcedo, de 26 años, en la Plaza Miserere frente a la Estación Once, mientras tomaba unos mates para «matar el tiempo», en un día dónde «no pasa nada, no hay nadie a diferencia de ayer».
 
El aislamiento estricto que anunció en la noche del jueves el presidente Alberto Fernández, que comenzó a regir a las 0 horas de este sábado y se extenderá hasta el 30 de mayo inclusive, limita las actividades sociales, económicas, educativas, religiosas y deportivas en forma presencial, con la salvedad de los comercios esenciales que deben funcionar con servicio a domicilio y para llevar.
 
La circulación sólo está permitida en las cercanías del domicilio, entre las 6 de la mañana y las 18, o por razones especialmente autorizadas.
 
«Está todo muy tranquilo, demasiado, casi no hubo gente y no veo salir gente de la estación, ni hay control policial por ahora», dijo Sandra González, una mujer que atiende un quiosco frente a la terminal ferroviaria de Once, que funciona las 24 horas.
 
En las paradas de colectivos que rodean a la terminal se veía muy poca gente en fila, el flujo de tránsito era el de un día feriado y algunos policías circulaban por la estación y las calles que la rodean, habitualmente pobladas de vendedores, pero hoy desiertas.
 
Los servicios de transporte público funcionaban con cronograma de fin de semana o feriado y los que circulaban tenían pocos pasajeros o iban vacíos, ya que pueden utilizarlos exclusivamente los trabajadores esenciales, como los de salud, abastecimiento de alimentos, medicamentos y combustibles o personal de seguridad, entre otros.
 
«Tengo permiso y matrícula y realizo trabajos de mantenimiento que están permitidos», le dijo a Télam Oscar Mendieta, un plomero y gasista de 60 años que había llegado desde su casa en Moreno, y esperaba un ómnibus para arribar a su trabajo.
 
Pablina Cabrera, una joven de 26 años que trabaja de lunes a sábado cuidando a una señora mayor, exhibía su permiso de circulación, aunque contó que «hasta ahora nunca me lo pidieron», mientras esperaba otro colectivo que la llevara de regreso a su casa en Olimpo, cerca del Puente La Noria, que une Lomas de Zamora con la ciudad de Buenos Aires.
 
Desde la medianoche, se realizan fuertes controles en los 56 accesos habilitados para ingresar a la Capital Federal, 50 de ellos a cargo de efectivos de la Policía de la Ciudad, y el resto de personal de la Prefectura Naval y de la Policía Federal. Otro 71 acceso fueron cerrados.
 
En el peaje de la Autopista Ricchieri la fila de vehículos llegaba a 500 metros en ambos sentidos a media mañana, aunque había carriles habilitados para el paso de los trabajadores esenciales, una imagen que se repetía con mayor o menor cantidad de autos en el Puente Pueyrredón y el resto de los puntos abiertos.
 
El Gobierno porteño informó en un comunicado que las fuertes medidas de control se mantendrán «hasta el lunes 31 de mayo a las 6 horas».
 
«Los efectivos controlan que solamente circulen personas con permiso para esenciales, por lo que los automovilistas que no cuenten con el mismo no pueden pasar. También se supervisa a quienes viajan en colectivos», señalaron.
 
Por su parte la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, anunció que se desplegaron 11.500 efectivos de las fuerzas federales en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) para garantizar que se cumplan las medidas.
 
En el centro porteño la imagen de calles vacías y avenidas con pocos vehículos y algunos taxis se repetía.
 
La tradicional y transitada calle Florida hoy parecía un sitio abandonado, con negocios cerrados y los pocos que decidieron abrir sus persianas estaban vacíos.
 
En la Ciudad las autoridades permitieron que los comercios no esenciales, como de ropa o decoración, abran sus puertas pero atiendan a sus clientes en la calle, y las compras deben hacerse en forma previa a través de medios electrónicos o por teléfono, a diferencia de la provincia de Buenos Aires, donde solo funcionan los negocios esenciales, como supermercados, farmacias o ferreterías, el línea con el DNU que estableció las restricciones publicado anoche.
 
El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, anunció ayer que «estarán habilitados solamente los comercios esenciales» en la nueva etapa de restricciones.
 
«Recién abrimos y no sé si vamos a seguir hasta las 18 o vamos a cerrar en diez minutos», dijo a Télam Mariano Diego Armando, desde la puerta de la casa de venta de artículos de deportes en la esquina de Florida y Corrientes en la que es gerente, a la que ya habían llegado sus empleados desde la zona sur del conurbano bonaerense.


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